¡Me quiero ir de Andorra!

¿Qué sentirías, cuando después de dejar tu entorno, familia, amigos, tu casa, trabajo, etc., cuando tras todo el papeleo que te piden para ser residente, que no es poco, comienzas a vivir y no te adaptas?

¡Me quiero ir de Andorra!


Esta fue mi frase favorita los siete primeros meses de vivir en Andorra. Siete meses. Doscientos diez días. Cinco mil cuarenta horas. Pero deja que antes te cuente mi historia andorrana desde el principio. Todo empezó un día a finales de 2019, cuando por primera vez en mi casa se pronuncia la frase:

Nos vamos a Andorra.
Ah! Pero allí solamente se esquía y tienen una calle para hacer compras.
Sí, justo ese Andorra.
Por aclarar, es que hay otro Andorra en la provincia de Teruel.

Después de esa primera impresión, comenzamos a analizar las razones del traslado de Madrid a Andorra, porque las diferencias entre un sitio y otro, ya te digo yo que haberlas, haylas.

Las razones racionales fueron: cercanía a España, país en auge, especialmente para el mundo digital, fiscalidad “amable”.

Las razones emocionales son tanto o más importantes que las anteriores, porque decidirían cuánto y cómo nos gustaría vivir en este país:

  • El entorno natural que es un auténtico un regalo: todos tenemos algún camino a menos de diez minutos de casa para pasear en la montaña, al lado del río, por los bosques, etc.
  • Es uno de los países más seguros del mundo, en el mismo nivel que Islandia, Suiza o Luxemburgo. Reina en este coprincipado un civismo impresionante.
  • El sistema sanitario es muy eficiente, y no lo digo yo sino el estudio de la revista británica especializada en medicina The Lancet.
  • Cuenta con tres sistemas educativos públicos: andorrano, español y francés. También hay centros privados: British, Àgora… Si tienes hijos pequeños, este es su paraíso.
  • Su cultura es diversa: historia, arte, monumentos, iglesias, gastronomía, tradiciones, etc.
  • La accesibilidad a las personas, que tiene lo bueno de la esencia de pueblo, aunque es un país en crecimiento cosmopolita.

Y ahora que hablamos de accesibilidad, como muestra te cuento, que he compartido sala de espera con el Rubius, charlado distendidamente con un ministro del Govern d'Andorra, o entrenado con un piloto de MotoGP en el gimnasio. Todo esto con el tiempo lo normalizas, pero al principio y sobre todo llegando de una gran urbe, normal lo que se dice normal, no es.

Tras el análisis de todas estas razones, venir a vivir a Andorra era una apuesta segura. Por tanto, ya estaba convencida de la buenísima decisión que habíamos tomado. Y en época postpandemia, aterrizamos mi familia y yo, con muchas ganas e ilusión.

Llegados a este punto, y te agradezco que sigas leyendo, ¿quieres que te cuente una cosa que muy pocos se atreven a decir y menos a escribir? Ahí voy: Hay personas que se van porque no se integran en el país. Muchas personas se van por este motivo.

Ponte ahora en esta situación. ¿Qué sentirías, cuando después de dejar tu entorno, familia, amigos, tu casa, trabajo, etc., cuando tras todo el papeleo que te piden para ser residente, que no es poco, comienzas a vivir y no te adaptas? Y no lo haces porque no tienes entorno social.

Eso es lo que me paso a mí, no había día que no quisiese hacer la maleta e irme, lo pasé realmente mal, y repetía sin cesar: Me quiero ir de Andorra. Pero no me fui. Comencé a buscar opciones para integrarme: clases de catalán (por cierto, buenísimas y gratuitas), gimnasio, acudir a eventos culturales, turismo, actividades.

Pero no era suficiente, por tanto, seguí buscando espacios donde poder socializar, compartir, charlar un rato. Y no los encontré. ¿Y qué pasa cuando no encuentras algo? Pues que lo inventas.

Y así nació Andorrita. El 11 de noviembre de 2021, reservé una sala de exposiciones, contraté un catering, y unos días antes envié un video por WhatsApp invitando a mis poquitos conocidos. Ahora he vuelto a ver ese video, y mi cara era una llamada de socorro en toda regla.

A la hora convocada ahí estaba yo muerta de nervios, todo preparado, pero completamente sola en esa sala de exposiciones, sin nadie, y pensando en salir corriendo, coger la maleta y ahora, si que sí, irme sin mirar atrás.

Pero, sorprendentemente comenzaron a llegar personas, a algunos no los conocía de nada. Fue especial porque llegaban sin saber a qué venían, porque claro a ver como explicas que has montado ese sarao porque quieres crear un entorno social en Andorra.

El querer más dinero, otro trabajo, ser más culto, incluso ser más guapo, son conceptos que más o menos puedes comprender. No tanto, si tu objetivo es crear un espacio para que las personas conecten, donde no hay guiones, ni dinámicas, y por supuesto, aquí no se compra y mucho menos se vende nada.

Pues en esas estamos cuando comenzaron a llegar los primeros Andorritas, sin expectativas, y con la ilusión que tenía yo por conectar con personas en Andorra. Hoy, esos veinticinco asistentes, se han convertido en extraordinarios amigos.

Al primer encuentro, se le sumaron diez más, en total han pasado por algún encuentro Andorrita más de doscientas personas, y en todos se vive una magia increíble: nos vemos, nos escuchamos, reímos, compartimos, nos ayudamos, surgen negocios, otras quedadas. Las personas que van a Andorrita son interesantes, talentosas, abiertas, con historias espectaculares. Todos tenemos un objetivo común: disfrutar del placer de conectar con otros, y eso hace que la experiencia de vivir aquí sea aún mejor.

En fin, no quiero extenderme, si crees en la magia, no dejes que te lo cuenten y atrévete a comprobarlo tú mismo. Y sea como sea, cuenta conmigo si crees que puedo ayudarte en tu integración en Andorra.

Me gustaría despedirme diciéndote que ya tengo lo que me faltaba. Ya no quiero irme.

Gracias Andorra. Gracias Andorrita. Gracias a mí misma por superar mis miedos.


Puedes encontrarme en: hola@andorrita.com | www.andorrita.com


You are using Opennemas CMS
TRY IT NOW