En Andorra, los ricos de verdad tienen gallinas

Cuenta la leyenda que uno de estos propietarios de gallinas majestuosas cedió a los constructores y vendió su terreno, pero con una condición: garantizar el bienestar del ave.
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El otro día paseé por Escaldes-Engordany, en concreto por la zona noble, ya sabes, Can Diumenge, Els Vilars, etc, me gusta andar por esa zona y, de paso, cotilleo un poquito las casas que hay por allí y así matamos dos pájaros de un tiro. Y de pájaros va esta historia.

Tenía la necesidad de escapar un poquito de tanto rascacielos, porque, seamos francos, esto desde hace un par de años parece Nueva York, no sé dónde vamos a llegar, dicen que serán ocho o diez torres las que acompañen al paisaje pirenaico de la parroquia. El urbanismo crece horizontalmente, sin importar que cada vez veamos menos montaña, nos caliente menos el sol y tengamos menos verde en las calles.

Algo de esto tiene solución si compras un pisito en dichas torres… o no, porque tengo un vecino andorrano por los cuatro costados, de los de ocho apellidos andorranos, con una gracia tremenda, cierto es que a mí me costó un poquito entenderla, pero luego era un no parar de reír con este señor de edad infinita. Tuvo la brillante ocurrencia, el segundo día de vivir en mi casa, en plena mudanza, con cajas invadiendo todo, agobio nivel máximo, venir a visitarme y decirme textualmente: ━Bona tarda. Sóc el veí de dalt, ets molt maca, però si us plau, parla la llengua dels cristians, que és el català.

Ole y ole, el comité de bienvenida que se montan en mi edificio, magistral. ¿Pensáis que me molesté? Ni mucho menos, me apunté a clases de catalán, y ahora cuando nos vemos charlamos de todo, sobre todo de paseos y del tiempo, que es un tema top en las comunidades de vecinos y especialmente en el ascensor. Con orgullo, como haciéndose responsable del aprendizaje de esta lengua, me sonríe y me dice ━Com m’agrada parlar amb tu en català. ━A mi també Josep Antoni, a mi també. Qué entrañables son las personas mayores, sin filtros y tan sabias.

El caso es que mi vecino favorito se compró un piso en la primera torre que construyeron, ━Mirant cap a Sant Julià Sonia, la millor vista de totes, sol pertot arreu”, y allá iba con sus prismáticos, día tras día, analizando como iba la obra. Estaba tan contento hasta que… plantaron a 10 metros otra torre, y ahora ni vistas, ni sol, ni leches. ━Tranquil Josep Antoni, segur que el veí de la torre davant parla perfectament el català.No Sonia, crec que és rus i youtuber. ¡Vaya!

Volviendo al paseo, os recomiendo esa zona, además de ser bonita puedes mejorar la experiencia dado que hay unos postes de turismo con códigos QR que te ayudan a entender como era la sociedad y economía de la época. El camino es de piedra, hay ermitas, miradores, como los de Sant Jaume y Sant Romà, vegetación, montaña, casas, casoplones mejor dicho, y, de repente -¡zas!- unos terrenos fantásticos, donde hay cultivos y gallinas.

Y estas aves no son como cualquier gallina ponedora de huevos, blanca, chiquita y mustia, no querido lector, para nada. Estás gallinas tienen poderío, lustre, grandes, altivas, brillantes, desafiantes, les falta oler a Channel. Y son ellas, las que disfrutan de las mejores zonas de todo el valle.

Pienso en el dueño de esas gallinas e imagino lo que le habrán ofrecido por ese terreno, por construir un piso más, una plaza de aparcamiento, un trastero, por edificar y que el cemento gane espacio en la montaña. Me encantaría asistir a esas negociaciones: los constructores con su ristra de ofrecimientos y el dueño, con una media sonrisa, diciendo mis gallinas se quedan.

Cuenta la leyenda que uno de estos propietarios de gallinas majestuosas cedió a los constructores y vendió su terreno, pero con una condición: garantizar el bienestar del ave, y eso significaba seguir dónde estaban o como mucho a pocos metros.

La alegría del constructor se convirtió en agobio para el arquitecto, ahora tenía que rediseñar todo el proyecto para hacer un hueco a nuestras amigas, no vio otra forma que desplazar la entrada del garaje e incluir un gallinero en el plano. Si a esta persona se lo dicen en sus años de carrera, no se lo cree. Ni Calatrava hace diseños tan originales.

Dentro de poco, cuando pasees por este valle, y si te fijas bien, podrás ver al lado de la entrada de un garaje un gallinero espectacular, nuevo, de diseño, a la altura de las gallinas más esplendorosas que nadie haya visto, lo que yo daría por comerme unos huevos suyos, deben saber a gloria y a poder.

Y esta es la moraleja de esta historia, el verdadero poder no está en el dinero, nunca lo está, eso lo piensan las personas con mente escasa. El poder está en hacer lo que quieras, en respetar y ser respetado, en tener unas creencias firmes, unas convicciones seguras, en demostrar y hacer valer tus valores.

Los más ricos de Andorra no tienen dinero, tienen gallinas.

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